miércoles, 7 de octubre de 2009

Muerte de Juana

Después de la muerte de Felipe entré en una depresión de la que no conseguí salir, y, duró hasta el resto de mis días.
Yo sabía que tenía un leve problema mental, había escuchado todos esos rumores sobre mi famosa enfermedad, pero nunca les llegué a dar mucha importancia, he de decir que eran exageraciones en comparación con lo que a mí me pasaba.
Después de la muerte de mi marido, noté que mi padre se mostraba más interesado por mí, seguramente pensaría que mi estado había empeorado. Lo veía siempre mirándome a escondidas, yo creo que buscaba algún comportamiento que diera signos de locura, y así tener la excusa perfecta para enviarme al sitio en que ahora estoy.
Encerrada en esta espacie de cárcel para locos pienso en los días que me quedan de vida, soñando en que alguien en el futuro lea este texto y piense en todas las injusticias por las que pasé.
Tordesillas es un lugar oscuro, siniestro y sucio, tiene alguna similaridad con una cárcel, pero yo pienso que es incluso peor. He de decir que estoy en un lugar privilegiado en comparación con el de los otros dementes del edificio principal, todavía más siniestro y sucio que el mío, envuelto por rejas de pinchos i de vigilantes capaces de todo. Algunas noches he podido llegar a escuchar algún que otro grito de locura. Me he propuesto no visitar nunca ese edificio.
En honor a mi difunto marido, no me he cambiado de ropa desde el día de su muerte y, antes de venir aquí iba acompañada siempre de su féretro. Esa es una de las razones por las que me enviaron a este lugar, según mi padre eso era signo de locura.
Tengo completamente asumido que el resto de mis días los voy aquí encerrada. Parece que el tiempo se consume muy lentamente. No tengo miedo a la muerte, tengo la impresión de que me está esperando a la vuelta de la esquina.